Gloriosísimo Príncipe de los ejércitos celestiales San Miguel Arcángel,
defiéndenos en el combate contra los principados y potestades, contra los
gobernadores de las tinieblas, contra los espíritus de maldad en los aires
(Efesios 6,12). Ven en auxilio de los hombres que Dios ha hecho a su imagen y
semejanza, y rescatado a tan alto precio de la tiranía del demonio (Sab. 2. , I
Cor. 6). Tú eres a quien venera la Santa Iglesia como su guardián y su
protector, a ti te ha confiado el Señor las almas redimidas para introducirlas
en la felicidad del Cielo. Ruega al Dios de Paz para que aplaste a Satanás bajo
nuestros pies, a fin de despojarle de todo poder, de retener cautivos a los
hombres y de perjudicar a la Iglesia. Dígnate presentar al Altísimo
nuestras oraciones para que prontamente desciendan sobre nosotros las
misericordias del Señor, y vence a la antigua serpiente que es el diablo o
Satanás, para precipitarlo encadenado a los abismos, de manera que no pueda ya
jamás seducir a las naciones.
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