Lo afirma el Apóstol: nuestro evangelio no les fue manifestado sólo con palabras, sino también con el poder y en el Espíritu Santo, y con plena certeza (1 Ts 1,5), como ustedes bien lo saben. Y también: que el espíritu de ustedes, su alma y cuerpo, sean guardados irreprochables para el advenimiento de nuestro Señor Jesucristo (1 Ts 5,23), quien por el bautismo ha conseguido la prenda de la resurrección a aquellos que él hace dignos, a fin de que el talento confiado a cada uno le obtenga por su labor la riqueza invisible.
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