lunes, 15 de mayo de 2017

Los que conocen bien su propia debilidad no cesan nunca de pensar en el Todopoderoso, Santificador y Rector de nuestras vidas.



Creen en la necesidad de un influjo espiritual que les transforma 
y fortalece. Esta creencia no es para ellos una teoría puramente 
abstracta, sino una verdad práctica y sumamente consoladora que 
muestra su eficiencia en la lucha cotidiana contra el pecado y 
Satanás.»

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