domingo, 1 de abril de 2018

Jesús no quiere que nadie viva explotado. Ni esclavizado a nada, ni a na­die. El quiere que llegue a nuestro corazón la feliz noticia de que es posible nuestra liberación. Quiere que aprendamos a romper nuestras cadenas.

Que abramos los ojos para ver nuestra realidad y nuestras posibilidades: ya no más ceguera. Jesús quiere sacarnos de todo los que huele a calabozo y a pri­sión. No nos quiere esclavos.
Cristo nos quiere libres. Libres para servir. Libres para poder siempre ayu­darnos los unos a los otros. Libres para poder vivir como hermanos.
Pero no habrá liberación sin lucha. El precio de la libertad es esfuerzo y su­frimiento. Ese fue el precio que pagó Jesús. Y ese es también el precio nuestro.
El primer paso a dar es liberarnos de la esclavitud de la desunión. El hom­bre es liberador cuando trabaja unido.
Reflexionemos, pues, este día sobre nuestras esclavitudes y la lucha por la liberación a la que nos lleva la fe en Jesucristo. Caminemos por Cristo y en Cristo hacia nuestra liberación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario