viernes, 10 de abril de 2020

Y ahora, Dios nuestro, escucha la oración y las súplicas de tu servidor, y a causa de ti mismo, Señor, que brille tu rostro sobre tu Santuario desolado. Inclina tu oído, Dios mío, y escucha; abre tus ojos y mira nuestras ruinas y la ciudad que es llamada con tu Nombre, porque no presentamos nuestras súplicas delante de ti a causa de nuestros actos de justicia, sino a causa de tu gran misericordia. ¡Señor, escucha! ¡Señor, perdona! ¡Señor, presta atención y obra! ¡No tardes más, a causa de ti, Dios mío, porque tu Ciudad y tu pueblo son llamados con tu Nombre!"

Daniel mencionó cada pecado por su nombre: iniquidad, maldad, rebelión, desobediencia, y su negativa a escuchar a los profetas de Dios. Puso todos estos pecados por escrito. No dejó ninguno fuera de la lista.Nuestra confesión de pecado requiere exactamente esta actitud. No es suficiente acudir a Dios y decir: "He pecado". La confesión significa decir  exactamente todo lo que hemos hecho. Tiene que ser una confesión específica. Debemos decírselo todo en detalle. Quizás no nos sentimos inclinados a hacerlo porque se trata de algo feo, desagradable. Pero aun así debimos abrirle nuestro corazón, Él ya sabe lo malo y detestable que es. Así que tenemos que acudir a la confesión dispuestos a que sea sincera y abierta.

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