jueves, 23 de diciembre de 2021

Nos preocupamos por las compras y por las demás actividades que han reemplazado la historia del nacimiento de Jesucristo. Incluso algunos de los que proclaman conocerlo como su Salvador, no están familiarizados con los títulos y características que se aplican al Señor. Por eso es importante reflexionar en este suceso, para enriquecer nuestro conocimiento de Cristo y para que podamos explicar a otros el verdadero significado de la Navidad.

 



A menudo, la magnitud de un anuncio es transmitido a través de la importancia del mensajero; y esto fue lo que sucedió en la primera Navidad.

“Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo” Lc 2, 8-10.

Es evidente que ese fue un mensaje que Dios envió por medio de su ángel. También fue un mensaje de buenas noticias, lo cual era inusual en un mundo dominado por el Imperio romano. Y aún aquellos de nosotros que ya hemos reconocido que Jesucristo es nuestro Salvador, nos sentimos identificados con el gozo de este anuncio; aunque no estábamos ahí, sentimos lo mismo por el Señor en nuestra época.

“A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso” 1 P 1, 8.

La majestuosidad de este suceso de la noche de la Navidad se eleva mucho más cuando el ángel que hizo este anuncio fue acompañado por “multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios” Lc 2, 13. Los pastores deben haber estado perplejos ante la deslumbrante manifestación de la gloria de Dios cuando los ángeles llenaron todo el cielo nocturno que sus ojos podían ver.

 


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