viernes, 15 de agosto de 2014

El «temor de Dios» es una noción que refleja todo el comportamiento del creyente hacia Dios

Sabiduría y temor de Dios



Desde las más antiguas colecciones de Proverbios, aparece con claridad la
convicción de que tanto en los conocimientos como en los proyectos
del hombre se encuentra la voluntad de Dios:
«El hombre medita muchos planes, pero se cumple el designio de Dios»
(Prov 19,21).

Es necio y presuntuoso quien se muestra seguro de sí mismo creyendo
tener todo previsto y calculado: «No te tengas por sabio, teme al Señor y
evita el mal» (Prov 3,7).

Sabiduría y temor de Dios corren la misma suerte: el crecimiento en temor
de Dios hace crecer la sabiduría, como la maduración en la sabiduría
desarrolla el sentido del «temor de Dios».

El «temor de Dios» es una noción compleja que contiene prácticamente
todo el  comportamiento del creyente hacia Dios. No es sinónimo de pánico
ante su presencia o de miedo a un castigo por algún error que pueda cometer
el hombre.

El «temor de Dios», bien entendido, lleva al orante al respeto, a la confianza y al amor. Es reconocimiento y adoración al Dios que es totalmente Otro y que sin embargo se hace presente en la vida. Es la firme adhesión del creyente a su Dios porque ha experimentado la presencia, el poder benéfico y la fidelidad divina a pesar de los pecados humanos.

La expresión «temor de Dios» se aproxima a lo que nosotros designamos
como «sentido religioso».
Puede dominar el aspecto moral de «guardar los mandamientos», pero tiene más bien la dimensión positiva que lo hace comprender como «respeto reverencial» o como «adoración gozosa». Así se comprende el himno que el libro del Eclesiástico le dedica en el primer capítulo y que es una clave para comprender todo lo que sigue. Para el Sirácida la verdadera sabiduría que conduce a la perfecta alegría y a la plenitud de la vida humana comienza y culmina en el temor de Dios.

El temor del Señor es gloria, honor deleite y corona de alegría.
El temor del Señor alegra el corazón, da larga  vida
El que teme al Señor tendrá un buen final, el día de su muerte será bendecido.

Principio de la sabiduría es temer  al Señor temer  al Señor, acompaña a los fieles desde el seno materno.
Entre los hombres estableció su morada para siempre, y con su descendencia se mantendrá fiel.

Plenitud de la sabiduría es temer  al Señor, ella embriaga a los fieles de sus frutos, llena toda su casa de tesoros y de sus productos sus graneros.

Corona  de sabiduría es el temor del Señor en ella florecen paz y bienestar.
El Señor la vio y la midió; él hace llover ciencia e inteligencia, y exalta la gloria de los que la poseen.

Raíz de la sabiduría es temer al Señor sus ramas son larga vida.
 (Eclo 1,11-20)



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