jueves, 14 de agosto de 2014

Te colmaré de bendiciones y te acrecentaré en gran manera

La promesa de Dios realizada en Jesús 
(Hebreos 6, 13-20)

Cuando Dios hizo la Promesa a Abraham, no teniendo a otro mayor por quien jurar, juró por sí mismo diciendo: ¡Sí!, te colmaré de bendiciones y te acrecentaré  en gran manera. Y perseverando de esta manera, alcanzó la Promesa.
Pues los hombres juran por uno superior y entre ellos el juramento es la garantía que pone fin a todo litigio.
Por eso Dios, queriendo mostrar más plenamente a los herederos de la Promesa la inmutabilidad de su decisión, interpuso el juramento, para que, mediante dos cosas inmutables por las cuales es imposible que Dios mienta, nos veamos más poderosamente animados los que buscamos un refugio, asiéndonos a la esperanza propuesta, que nosotros tenemos como segura y sólida ancla de nuestra alma, y que penetra hasta más allá del velo, adonde entró por nosotros como precursor Jesús, hecho, a semejanza de Melquisedec, Sumo Sacerdote para siempre

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