miércoles, 20 de agosto de 2014

La conducta no es más que un producto de lo que sucede a nivel del corazón y una vez el corazón experimenta un cambio verdadero toda la conducta cambia

Labor pastoral de los padres para dirigir el corazón del niño



La Palabra de Dios presenta el corazón como el centro de la vida interior, el lugar de donde las palabras y pensamientos salen. Lucas 6:45 lo pone así: “… de la abundancia del corazón habla la boca”. Los demás términos usados para referirse al interior (espíritu, alma, mente…) son provincias del corazón. El corazón es por tanto el objetivo de toda función pastoral, incluida la de los padres.


El más básico principio es el hecho de que la corrección ha de ser dirigida al corazón del niño, no a sus conductas. Los padres tienen la responsabilidad de pastorear el corazón de sus hijos, no sólo de cambiar aquellos comportamientos que resulten inapropiados. A medida que el niño crece, esa labor pastoral dirigida al corazón deberá ser cada vez más profunda. En el principio corregimos conductas, pero a medida que podemos ir discerniendo qué hay en el interior (sentimientos, actitudes, pensamientos…) el corazón ha de ser corregido. La conducta no es más que un producto de lo que sucede a nivel del corazón y una vez el corazón experimenta un cambio verdadero toda la conducta del niño cambia.

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