domingo, 28 de septiembre de 2014

El ángel de la predicación.


 El profeta Isaías tiene una experiencia que cambia su vida. Él la relata así: "El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor, sentado sobre su trono alto y sublime. Había ante Él serafines... Uno de los serafines voló hacia mí, teniendo en sus manos un carbón y tocando con él mi boca, dijo: "Mira, Ésto ha tocado tus labios; tu culpa ha sido quitada y borrado tu pecado". Y oí la voz del Señor, que me decía: "¡A quién enviaré y quién irá de nuestra parte?" Y yo le dije: "Aquí estoy yo, envíame a mí". Un serafín de los que estaban adorando ante el trono de Dios, le tocó los labios con fuego divino para que sus palabras fueran puras, purificándolas de todos sus pecados anteriores. Y entonces, Dios mismo, le pregunta si está dispuesto a ir de su parte a evangelizar. Isaías se pone a su disposición y es bendecido por Dios como profeta y evangelizador. 

Nosotros también necesitamos purificar nuestra boca de todas las malas palabras por la confesión, y pedir a Dios que el fuego del Espíritu Santo nos purifique para que todas nuestras palabras sean puras y puedan llegar al corazón de nuestros hermanos. Todos estamos llamados a ser misioneros y predicar la palabra de Dios. ¿Tú estás dispuesto a ponerte al servicio de Dios para esta gran misión? Dios quiere purificarte. Tú eres más que el carbón de Isaías y tú puedes ser instrumento de Dios para purificar y santificar la vida de los demás

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