El ángel proveedor.
En una oportunidad, el profeta Elías estaba en pleno
desierto, después de haber huido a Jezabel y estaba hambriento y sediento, y
quería morirse. Deseó la muerte, se acostó y se durmió bajo una retama, pero un ángel lo tocó y dijo: "levántate
y come". Miró y vio a su cabecera una torta cocida sobre piedras
calientes y un jarro de agua. Comió y bebió y se volvió a acostar. Volvió por
segunda vez el Ángel de Dios, le tocó y le dijo: "levántate y come, porque el camino es demasiado largo para
ti". Se levantó, comió, bebió y con la fuerza de aquella bebida,
caminó 40 días y 40 noches hasta el monte de Dios, el Horeb.
Así como el ángel le dio de
comer y beber a Elías, también Dios nos puede dar de comer y beber por medio de
nuestro ángel, cuando estamos en momentos angustiosos. Puede hacerlo con un
milagro o por medio de otras personas que compartan su pan y su comida con
nosotros. Por eso, Jesús nos dice en el Evangelio: Dadles vosotros de
comer. Nosotros también somos como ángeles proveedores para otros que están en
necesidad
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