A vosotros, Santos Ángeles
de la guarda, amigos fieles enviados por Dios a nuestros hijos, me dirijo con
confianza.
Alcanzadme ante todo la
gracia de poder educarlos a todos para Dios y para el cielo. Protegedlos donde mis ojos no los pueden ver.
Acompañadlos donde ya no les alcance mi voz. Guiadlos y
salvadlos para el cielo. Dios os recompense vuestro amor.
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