Santos Ángeles, ardientes
de celo por nuestra salvación, especialmente nuestros Angeles de la Guarda,
velad sobre nosotros y protegednos.
Vosotros dignísimos Arcángeles, guiadnos a través de tantos peligros que nos rodean por todas partes.
Vosotras Virtudes celestiales, alcanzadnos a los débiles la fuerza y el valor de parte del Señor, para soportar con paciencia todas las contrariedades y pruebas de nuestra vida.
Vosotros Principados majestuosos que veláis sobre los países y reinos, os suplicamos que gobernéis nuestro cuerpo y nuestra alma, y nos mantengáis en el camino de la justicia.
Vosotras Potestades invencibles, defendednos contra los ataques del enemigo maligno, que siempre nos asecha para hacernos caer
Vosotras Dominaciones soberanas, gobernad nuestro espíritu y nuestro corazón; ayudadnos a conocer la voluntad de Dios y a cumplirla fielmente.
Vosotros Tronos supremos que estáis ante la faz de Dios, dadnos paz con el prójimo y con nosotros mismos.
Vosotros Querubines brillantes, apartad las tinieblas de nuestra alma e iluminidad nuestros ojos con la luz de Dios, para ver lo que necesitamos para nuestra salvación.
Vosotros Serafines altísimos, llamas de amor, inflamad nuestras almas con el fuego del amor divino
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