La homilía del papa, en
italiano, estuvo dedicada en esta ocasión al Espíritu Santo (en teología
cristiana, una de las tres "personas" de Dios, junto con el Padre y
el Hijo). "Toda la vida y la misión de la Iglesia dependen del Espíritu Santo;
él realiza todas las cosas", dijo Francisco.
"El Espíritu Santo
hace la unidad de la Iglesia: unidad en la fe, unidad en la caridad, unidad en
la cohesión interior. La Iglesia y las Iglesias están llamadas a dejarse guiar
por el Espíritu Santo, adoptando una actitud de apertura, docilidad y
obediencia", agregó.
En un viaje caracterizado
por las señales hacia otras iglesias cristianas no católicas, el Sumo Pontífice
manifestó que "la riqueza, la variedad, la diversidad nunca crean
conflicto".
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