lunes, 12 de enero de 2015

El pecado aleja de Dios e interrumpe el lazo entre la tierra y el cielo, lo que causa nuestra miseria y el fracaso de nuestras vidas. Los cielos abiertos indican que Dios dio su gracia para que la tierra dé sus frutos


El Espíritu Santo, que animó enteramente la vida y el ministerio de Jesús, es el mismo Espíritu que guía la existencia cristiana

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