domingo, 10 de septiembre de 2017

Desde el momento en que entendí quién era Dios para mí, supe que ya sólo podría vivir para Él», dijo Charles de Foucauld.



Así de absoluto y arrebatador es Dios, así de único  para quien ha descubierto su Amor. Amar a Dios con todo el corazón no es un mandamiento  que viene de «fuera», sino un imperativo que nace del interior de la experiencia del amor a  Dios. Los grandes místicos del cristianismo y de todas las religiones saben que esto es así,  aunque a los demás nos cree sospechas...  Ahora bien, quien ama a Dios con todo su corazón, con toda su mente, con todas sus  fuerzas, ama igualmente con todo el corazón a lo que de Dios procede, a todo lo que nace  de Él. Porque Dios es Amor creador, no podemos amarle a Él sin amar igualmente a su  creación. Porque Dios, además de padre/madre creador, es Reino, no podemos amar por  separado su creación de su Sueño sobre ella. En caso contrario, nuestro amor a Dios se  quedaría profundamente recortado, egoísta. interesado. Los hombres y mujeres del amor  único a Dios se convierten, en el interior de esa experiencia, en hombres y mujeres del  amor a todos y a todo. 

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