miércoles, 1 de noviembre de 2017

¿Cómo podemos ir al encuentro de Jesús? Nunca debemos olvidar que cuando hablamos de encontrarnos con Dios, lo que tenemos que hacer es entrar en nuestro corazón y preguntarnos si nos estamos encontrando con Él en lo más profundo de nosotros mismos.



¿Cómo podemos realizar este encuentro? Si el encuentro tiene que ser interior, el hombre, en su tender hacia Dios, debe ser capaz de hacerlo libremente. Y para lograr esto, como dice el Papa, es necesario que "el hombre pueda distinguir el bien del mal. Y esto sucede, ante todo, gracias a la luz de la razón natural, reflejo en el hombre del esplendor del rostro de Dios”. (Veritatis Splendor, n. 42). 
Todos tenemos en nuestro interior un don, que no es otra cosa sino el reflejo del esplendor del rostro de Dios. La inteligencia es un regalo dado por Dios al hombre para que el hombre pueda encontrarse con Él. Nuestra razón no está simplemente llamada a ver, sino también a buscar cuál es el bien y cuál es el mal. Dios ha querido regir el mundo con una norma, que es su ley: “La ley eterna, objetiva y universal mediante la cual Dios ordena, dirige y gobierna con el designio de su sabiduría y de su amor, el mundo y los caminos de la comunidad humana”. (Dignatis humanae, 3).

El ser humano no se encuentra con Dios de una forma automática, sino que con su libertad puede responder al amor de Dios. Es así el modo en el cual Dios Nuestro Señor es providente con el hombre. Lo vemos en el Evangelio del centurión: Cuando Cristo va a curar al siervo, se encuentra con que el centurión es providente a través de su fe, es decir, a través de su querer, de su libertad que se pone en contacto con Dios. 

¿Cómo es Dios providente con nuestra familia? No simplemente dándonos cosas materiales para comer y para vivir. Dios es providente con nuestras familias especialmente en base a nuestra libertad que decide amar. Amar a este hombre o a esta mujer, amar a estos hijos, amar a mi entorno. "El hombre se hace partícipe de la providencia de Dios siendo providente sobre sí y para los demás". (Veritatis Splendor n. 43).

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