miércoles, 7 de enero de 2015

necesitamos aquellas propuesta de vida que nos permitan, realmente, realizar la mejor obra de arte: una vida transfigurada por la presencia del Espíritu y cuyo fruto más visible ser para los demás



Precisamente el Papa Juan Pablo II nos ha advertido de la necesidad de atender esta dimensión fundamental de la existencia. Recordemos estas palabras de su última carta apostólica: “¿No es acaso un “signo de los tiempos” el que hoy, a pesar de los vastos procesos de secularización, se detecte una difusa exigencia de espiritualidad, que en gran parte se manifiesta precisamente en una renovada necesidad de orar?. También las otras religiones, ya presentes extensamente en los territorios de antigua cristianización, ofrecen sus propias respuestas a esta necesidad, y lo hacen a veces de manera atractiva. Nosotros, que tenemos la gracia de creer en Cristo, revelador del Padre y Salvador del mundo, debemos enseñar a qué grado de interiorización nos puede llevar la relación con él”

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